ESCUCHANDO AL MAESTRO.
"Nada permanece estático, nada es permanente, ningún logro es para siempre".
Incluso en el remanso del río, la corriente no cesa y si te relajas demasiado eres arrastrado y puesto en peligro. En tanto no te liberas totalmente, la corriente descendente del ego no cesa y por eso, en el camino de la liberación no existen descansos prolongados, ni largas vacaciones. Si no tenemos continuidad y perseverancia, jamás lograremos remontar el río y llegar allí, donde el río nace.
El ego no cesa ni acepta derrotas y todo aquella luz que le arrebatas, por pequeña que sea, desea recuperarla, robándole energía a tu cuerpo, a tu palabra, a tus emociones y a tu mente. Todo aquello que robas al diablo intentará recuperarlo, de una manera u otra y, si no estás atento, lo logrará, porque el ego no duerme ni descansa y lo peor de todo es que todo está a su favor y todo en tu contra, en contra de tu espíritu. El espíritu es como un niño desprotegido dentro de nosotros, si no estamos dispuestos a morir por él, si no montamos guardia de día y de noche para protegerle, no podremos evitar que sea dañado y destruido.
La iluminación de la mente se consigue robándole el fuego al diablo del deseo ,a través de la meditación y una vez se lo robas en cada meditación debes de permanecer atento como un vigía, como un centinela, como un guardián, para que el ego no entre en la mente de nuevo, cosa que hace, bien sea a través de tus emociones y sensaciones, si no estás atento en tus quehaceres ordinarios, como cuando lo estás cuando meditas. Cuánto más tiempo meditas más fuego le robas a tu diablo interno y más tiempo está en pie de guerra el guardián de la atención, más se fortalece, más se adiestra y más certero e incansable se vuelve. Cuánto más tiempo meditas, más se fortalece el guardián de la atención, hasta que somos capaces de estar despiertos y vigilantes en todo momento. Hasta que no logramos esto, es muy importante ser perseverantes en la práctica de la meditación diaria, especialmente al levantarse y al acostarse.
La mente, vuestro cerebro, es como un músculo más de vuestro cuerpo, ¡cuánto más lo ejercitáis en una determinada tarea, más se fortalece y más diestro y capaz se vuelve!
Si no lo ejercitas en el arte de la atención dirigida y consciente, jamás lograremos utilizar la energía de la mente, canalizarla de manera consciente, dirigirla hacia una determinada dirección, para lograr un determinado fin. Es como un arquero disparando a un objetivo, necesita desarrollar fuerza, serenidad, concentración y visión para poder disparar la flecha a un punto determinado. Sin ninguna de estas cuatro cosas, no sería posible alcanzar el blanco, el objetivo. Un buen arquero se ejercita, primero con un objetivo inmóvil, hasta que es capaz de disparar y dar en el blanco en cualquier situación, a caballo, o a pie, a un árbol o a una liebre, no importa. Así tenemos que ejercitarnos nosotros en el arte de la meditación, para que la mente adquiera el hábito de la atención consciente, el arte de estar despierta y consciente en todo momento y ver el enemigo y franquearle el paso para que no penetre en nuestro territorio y robe nuestras pertenencias y posesiones, nuestra familia, nuestros hijos, nuestros ancianos maestros y los mate y descuartice y nos deje sin nada, sin casa, sin hogar, sin alimento, sin refugio, sin Espíritu.
Entendéis perfectamente este lenguaje, porque muchos de vosotros habéis sido guerreros y habéis conocido las armas, pero ahora toca dejar las armas, pues el enemigo contra quién ahora tenéis que luchar no puede ser destruido con flechas ni con espadas, vuestro enemigo es mucho más poderos, sutil e invisible, porque opera en las sombras, en lo más profundo de vuestra mente, en donde apenas puede ser visto. Se halla oculto detrás de vuestros deseos, vuestras emociones, vuestros sentimientos…
El Espíritu de una persona es como el calor que nos mantiene con vida en el frío invierno, es aquello que nos hace sobrevivir y disfrutar de la vida sin sufrimiento ni dolor. Si alguien pierde su espíritu, no podrá disfrutar de la existencia ni lograr nada realmente trascendente y provechoso en ella. Pero al contrario de lo que pensamos, el espíritu es algo muy frágil, no tiene experiencia en este mundo y es fácil perderlo. Por eso, somos nosotros los que tenemos la responsabilidad de conservarlo puro e intacto y de recuperar su reino y sus pertenencias, sus virtudes, si es que las hemos perdido.
Para ello, tenemos que volvernos guerreros, verdaderos guerreros, fuertes y adiestrados, no guerreros flacos y débiles e indisciplinados. Si somos guerreros, somos guerreros y tenemos que disciplinarnos y aprender a luchar y morir, si es preciso, dando la vida como seríamos capaces de hacerlo para proteger nuestra aldea, nuestras familias. Un guerrero no pierde el tiempo en fiestas ni orgías, ni bacanales, ni se relaja durmiendo durante el día, y apenas duerme de noche, con un ojo abierto y su espada en la mano. Su tesoro está en juego, la vida de sus hijos y toda su familia, su tierra, su casa y todas sus pertenencias.
¿Quién, si no un insensato se arriesga a perder lo más preciado de su vida?
Monjes, ¡Contestad a la pregunta! ¿Quién de vosotros está dispuesto a perder lo más preciado de sí mismo? ¿Hay alguno de los aquí presentes que esté dispuesto a esto?
Si alguno de vosotros está dispuesto a dejarse vencer, será echado de esta asamblea y descuartizado, porque en realidad, ya está muerto y su vida no tiene ya ningún tipo de valor ni precio.
No hay otro camino para el cobarde que la muerte, ni otro camino para el valiente, que la vida. Aquellos que deséis continuar en esta asamblea, seréis adiestrados en el arte de morir y en el arte de vivir, pero con valor.
Monjes, vuestro camino no tiene vuelta atrás, aún así, no todos llegaréis a vuestro destino, porque el camino es largo y a veces tortuoso, pero no imposible para el que se disciplina en el arte de morir y encontrarse a sí mismo.
Declaro esta asamblea formalmente establecida, desde hoy hasta la muerte.
Así habló el Buda a la primera asamblea de Monjes ante los cuáles puso en movimiento la rueda del Dharma.
No sé.
12-10-2011
Panillo, Templo Budista.
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