Por regla general, la gente no respeta el silencio ajeno, ignoran lo que es el silencio, la discrección en las palabras y en el comportamiento. A la gente le gusta hablar por hablar, reir, criticar, difamar, mentir, insidiar...y si tú no haces lo mismo, te conviertes en un ser raro o extraño al que temen y por tanto, te conviertes en un objetivo para dar que hablar, criticar, rechazar de alguna manera; te consideran extraño, anormal y se consideran, sin embargo, así mismos, normales, dado que lo normal es criticar, reir, hacer el estúpido, llamar la atención.
Una cosa es ser normal y otra es ser vulgar y ordinarios, pero ellos no entienden esta diferencia y se consideran normales a sí mismos. Es muy difícil convivir diariamente con este tipo de personas vulgares y ordinarias, pues sino eres o no te comportas como ellos te atacan y te rechazan de alguna forma, porque tienen miedo,por supuesto.
No se te ocurra abrir la boca y censurar su manera de ser, no se te ocurra decir ni una palabra en su contra, pues te atacarán sin remedio, como una horda de demonios y diablos, pues eso es lo que son en definitiva, aunque no se den cuenta de ello.
Es muy difícil vivir o convivir con este tipo de personas sin llegar a sentir una presión muy fuerte, una provocación y una agitación mental y emocional que te hacen sentir o experimentar, casi, de manera inevitable, cierto rechazo hacia ellos. Es muy difícil evitar experimentar este rechazo, pero es precisamente dicho rechazo, esa fobia o aversión que te generan el que tenemos que purificar y transformar a través de la meditación y de la pacificación mental o práctica de la serenidad, conviertiendo estas emociones en comprensión, paciencia, tolerancia, e incluso, finalmente, en compasión.
Cuando a pesar de ser atacados, criticados, censurados, difamados, rechazados, temidos, menospreciados, incomprendidos...eres capaz o somos capaces de convivir con la gente que te atacan, sin experimentar rechazo alguno, antipatía u odio, e incluso, llegar a sentir simpatía y cariño, entonces, esos diablos o demonios( hay categorías en lo que respecta a la maldad), que por miedo e ignorancia te atacan, se vuelven tus amigos, te conviertes en un ejemplo para ellos y entonces desean imitarte y seguirte. Pero hasta entonces , el convivir y sufrir su incomprensión, su acoso, sus críticas, su censura, sus juicios...no es nada fácil, no es,en absoluto, nada agradable y produce muchísima agitación emocional, que luego, inevitablemente, debemos o tenemos que transformar cada día,, si es que al día siguiente tienes que volver a estar con ellos y no experimentar una aversión muy grande, mucho más grande que la que ellos experimentan o han experimentado repetidamente hacia tí.
Es muy impotante que aprendamos y que nos esforcemos en transformar las agitadas emociones o impresiones de rechazo, ira, aversión, odio, etc, provocados por la convivencia con personas y seres vulgares y ordinarios.
Ser monje, comportarse como monje , seguir tu ética y no dejarte enredar por las vulgaridades de los demás no es tarea fácil. Por ello, la mayoría de las veces terminamos por retirarnos y aislarnos del mundo, para evitar la contaminación mental, emocional, vital y astral de los diablos vulgares e infantiles de los seres inconscientes y ordinarios que te rodean. Solamente si estás muy preparado o entrenado en el arte de la pacificación mental y emocional, eres capaz de convivir en medio del infierno, si es preciso, y transmitir paz en vez de aversión o repulsión. Es de esa manera, como los grandes seres son capaces de vencer a los demonios y servir de ejemplo para que ellos cambien.
Para ello debes, primero, haber conseguido vencer a tus propios demonios, escondidos, muchas veces, detrás del deseo de vivir una vida sosegada, pacífica y tranquila, sin que nadie te moleste y te incordie con estupideces y actitudes infantiles. Este deseo puede ser un síntoma de intolerancia camuflada, escondida, disfrazada de santidad y pacifismo. Es inevitable a veces el retirarse, escapar o mudarse de lugar y es aconsejable, si no podemos transformar a diario nuestras emociones, purificando la contaminación y la provocación emocional a la que nos vemos sometidos diariamente en nuestro trabajo, en la calle, e incluso, en el entorno familiar, porque es agotador soportar una situación que te desgasta y absorbe tus energías o intenciones, que las contradice y ataca.
Pero, es bueno, convivir con la sociedad para probarnos a sí mismos y ver si nos estamos conviertiendo o no, en seres pacíficos, pacientes y tolerantes realmente, o por el contrario, nos estamos convirtiendo en personas hipócritas, escapando de la realidad de nuestra psicología oculta particular.
Todo aquello que uno vé afuera lo tiene adentro. Todo aquello que uno odia o rechaza o teme, es porque eso mismo que rechaza o teme, está en nuestro interior y no importa a donde vallas, en donde te ocultes, no importa.
Vemos a los demás tál cuál somos nosotros mismos. Proyectamos nuestra propia psicología, nuestra propia manera de ser y sentir hacia todo aquello que vemos. La realidad que vemos es una realidad relativa, no es objetiva, pero es nuestra realidad, por supuesto, nuestra realidad personal e intransferible; así es el mundo que nosotros vemos y en el que nos movemos, de acuerdo a como lo creamos con nuestra personal y singular forma de ser, sentir y con nuestro bajo nivel de saber o conocimiento. En este sentido, nadie vé o percibe la realidad de igual manera, cada uno tiene su propia realidad, existe una realidad diferente para cada una de las personas.
Nadie percibe exactamente lo mismo, nadie percibe de la misma manera ni se forma las mismas impresiones o emociones o pensamientos, cuando percibe algo con sus sentidos, cuando escucha, vé, huele, siente, saborea...cada uno interpreta las percepciones y sensaciones a su manera, de manera diferente, y por ello forma, crea y vive una realidad diferente a la de cualquier otra persona, tan diferente como puede ser la forma en que vé o percibe la realidad un animal, por ejemplo, un perro, un gato, una gallina, una vaca, un caballo, un oveja, un lobo, un jabalí o un cerdo. Vemos las cosas tal cuál somos nosotros mismos, las cosas toman el aspecto que nosotros le damos, particularmente, de acuerdo a nuestras impresiones particulares y a nuestros juicios particulares.
Si somos odiosos o desagradables veremos o percibiremos las cosas de manera odiosa y desagradable, o bien al revés, si vemos algo odioso y desagradable es por nuestras emociones particulares, por nuestras fobias, miedos, temores, aversiones, complejos, manías, obsesiones...o si percibimos algo como agradable, por ejemplo, alguien amable, gentil, bondadoso, bello, es porque dentro de nosotros existen o se forman también esas emociones. De una manera o de otra, el problema es que son percepciones particulares, personales, relativas, en base a nuestro juicio egocéntrico, de acuerdo al comportamiento hacia nosotros de aquello que juzgamos, no es un juicio de acuerdo al comportamiento general o global de una persona, por ejemplo, con el resto de personas, al margen de si esas personas son nuestros amigos o nuestros enemigos. No somos capaces de respetar la imparcialidad en la forma de ser y comportarse de los demás, sin tacharlos o ponerles la etiqueta de enemigos; no puede ser de otra manera, si nosotros no somos imparciales. Juzgamos positivamente a alguien, si ese alguien es bueno, amable, generoso o respetuoso con nosotros o con nuestros amigos y lo juzgamos negativamente si no es bueno, ni amable, ni generoso ni respetuoso con nosotros y/o ni con nuestros amigos. si resulta ser amable y... también con nuestros enemigos,con alguien que no nos cae bien, pues ya hay celos, recelo, enfado, desprecio, crítica, chismorreo. Este tipo de conducta está muy generalizada en el ser humano vulgar y es una actitud claramente infantil, lo cuál viene a demostrar, que estas personas son seres inmaduros, que han crecido físicamente, pero no han madurado realmente.
Si tu me dás yo te doy, si te portas bien conmigo yo soy tuy amigo, si piensas como yo o haces lo mismo que yo, somos buenos amigos, sino...a la calle. Bueno, bromas aparte, ¿podemos sacar alguna conclusión de todo esto? Sí, por supuesto, que todas las cosas y seres se relacionan de acuerdo a una ley llamada "Afinidad o simpatía" y que además, "tal como eres, eso atraes", "no esperes nada que sea perfecto si dentro de tí hay imperfección o maldad", "tal como eres, tal como piensas, sientes o hablas así es lo que ves y así se comportará, pensará, hablará o sentirá hacia tí", "la realidad que te rodea la creas tú, es real para tí, aunque a la vez, tampoco es real", " tál como es afuera es adentro, tal como es arriba es abajo".
02/04/2007.
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