Los valores del Alma
Hay ciertos valores que hacen especialmente bellas a las personas, haciendo que irradien una luz algo especial en su aura. Son los valores perdidos, por casi todos los seres humanos, especialmente cuando nos hacemos adultos, debido a la influencia de la educación, al mal ejemplo y a las experiencias traumáticas por las que vamos pasando, a medida que nos hacemos adultos.
Los valores de los que hablamos son: La humildad, la honestidad, la mansedumbre y la inocencia.
Desgraciadamente, pocas son las personas, que llegadas a la madurez, conservan estos valores y, en su lugar, nos volvemos arrogantes, orgullosos, irascibles, coléricos, mal educados, desobedientes... astutos y embusteros.
Hay personas que confunden los valores de la humildad, con la sumisión y la falsa obediencia, producidos por una educación basadas en el chantaje, en el miedo, la brutalidad y las amenazas, los gritos, las palizas, las amenazas psicológicas...que producen traumas en los niños y trastornan la personalidad y apagan esos valores del alma y los trastocan, de tal manera, que uno se confunde y se considera a sí mismo, humilde, manso, inocente...cuando en realidad no lo es. Sí lo somos, en el fondo, en esa parte de nosotros que todavía es un niño, antes de ser dañados por la brutalidad y los malos ejemplos del mundo, la sociedad y la familia, en que nos has tocado vivir.
Todas las personas, aún y cuando puedan aparentar ser malas personas, en el fondo no son más que niños, pidiendo, desde el fondo de sus almas, ¡Auxilio, ayuda, atención, cariño!, deseosos de ser queridos y tratados con ternura y cariño y con amor, como cuando éramos niños pequeños, recibiendo todas las atenciones de nuestras queridas madres.
Ningún ser es malo realmente, ni culpable de lo que ha llegado ser o convertirse. Esta es la verdad.
Ningún ser humano nace malo, la vida nos vuelve malos,pero nacemos inocentes y seguimos siendo inocentes.
Por ese motivo, sea cuál sea la situación en que un persona se encuentre, no es culpable de nada, no ha tenido control alguno sobre su vida; es es la verdad.
No se debe condenar a nadie, a nadie, ni a nosotros mismos, ni sentirnos culpables absolutamnete de nada, somos o seguimos siendo inocentes, niños, en el fondo, llamando la atención y demandando, de alguna manera, atención, cariño, amor.
El problema es, que se supone que deberíamos de ser personas adultas, honestas, responsables, equilibradas, buenas...pero, lamentablemente, no lo somos, porque acumulamos una cantidad interminable de traumas y complejos que nos impiden ser inocentes y sencillos, como cuando eramos niños y, por otro lado, tampoco podemos pretender ser como niños, porque el mundo no permite que una persona, con ciertos años, siga deseando ser o comportarse como un niño, creyéndose especial y el centro de atención, demandando exclusividad, especialismo...siendo celoso, envidioso, caprichoso, rebelde, colérico....Aún y cuando esto no es más que una forma de llamar la atención para recibir cariño y atenciones.
Esto es una consecuencia de una educación excesivamente proteccionista por parte de los padres hacia sus hijos y las consecuencias se pagan, cuando somos adolescentes y luego,cuando somos adultos y aún luego, cuando ya somos ancianos... El ser humano nace como un niño y muere como un niño, deseando amor y atención.
Si una persona demanda excesiva atención, mimo...es porque desea exclusividad, se siente el centro de atención, es un problema de egocentrismo y esto es lo que hace que el ego del ser humano se llene de infinidad de complejos y culpabilidades conscientes e inconscientes, que nos vuelve infelices y rebeldes y nos hace perder la humildad, la mansedumbre, la inocencia que todos tenemos en el fondo de nuestro corazón.
Nadie es totalmente malo ni nadie es totalmente bueno y perfecto. No hay nadie que no posea algo de maldad, aún y cuando parezca un corderito manso, ni nadie, que no posea algo de bondad, aún y cuando aparente ser un verdadero diablo.
En todo lo bueno existe algo de malo y en todo lo malo existe algo de bueno. Nada es totalmente bueno o blanco, ni nada es totalmente malo o negro.
A veces lo bueno es malo y lo malo es bueno. A veces el mal, en perqueñas dosis, es necesario y bueno y a veces, el bien es innecesario y dañino, en exceso.
A veces, un pequeña dosis de veneno es una medicina buena y otras, el consumo o el abuso de algo que es saludable, puede dañarnos o envenarnos.
A veces, es necesario un mal para lograr un bien y a veces, queriendo hacer un bien, se logra un mal.
Debe haber un equilibrio y esto es lo que nos falta a casi todos, o a todos. Debe de haber un equilibrio en la educación de los hijos, para que no se vuelvan exigentes y desear ser el centro de atención, sintiéndose especiales. Tampoco debemos de tratarlos con indiferencia o tratarlos mal.
Bueno, dicho esto, ¿Qué podemo hacer cuando estamos tan llenos de complejos y de sufrimientos y hemos hecho toda clase de estupideces, haciéndonos daño a nosotros mismos o causando, por rebeldía, daño innecesario a los demás?
¿Hay alguien que no sepa de qué hablamos?¿ Hay alguien que no esté lleno de complejos, de rebeldía, de orgullo, de arrogancia, de miedos, de odio, de rabia y fustración...hay alguien que no demande culpables o se sienta culpable de algo?
No hay ser, en esta tierra, que no tenga dentro de su subconsciente, complejos y culpabilidades, miedos, deseos e insatisfaciones de algún tipo y que no experimente cierta fustración, enfado, rebeldía o tristeza, por no haber sido, en algún momento, el centro de atención cuando era un niño. Y no hay nadie, que por causa de esos complejos e insatisfacciones ocultas, no haya hecho alguna estupidez en su vida, haciéndose daño así mismo, o haciendole la vida imposible a los demás.
Así que, dicho esto "Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra"
Juzgar y condenar o criticar o hacer sentir culpable a los demás, o hacer lo mismo con nosotros mismos, es uno de los peores, pero más frecuentes de los errores, que los seres humanos, ¡Niños!, solemos cometer, causando muchísimo sufrimiento y dolor, tanto a los demás, por nuetra incomprensión, como a nosotros mismos, también, por incomprensión.
Nadie juzga a nadie cuando se comprende a sí mismo o ha pasado por la experiencia que otros están pasando, sería absurdo.
Una persona que juzga o condena a otro, lo hace, por ignorancia o bien, porque está proyectando sus propios traumas, miedos, culpabilidades sobre los demás.
Al juzgar y condenar a otros, se está juzgando y condenando a sí mimo. "Con la misma vara que midas, será medido" "Quién a hierro mata, a hierro muere" "Ojo por ojo, diente por diente"
Juzgar y condenar, ya sea verbal o mentalmente a alguien, o castigarlo y reaccionar con violencia contra él, por causa de no tener serenidad para comprender, bien sea a uno mismo o al otro, es la actitud más frecuente de las reacciones humanas y, por tanto, las que regulan el karma malo de las personas y los seres.
Si queremos hacer de este mundo un mundo mejor, ya sea en la familia, en el trabajo, con los amigos, con los vecinos, con las naciones y países...debemos de romper esta reacción mecánica del ego, que dicho sea, es universal y, para lograr esto, no tenemos más remedio que actuar sobre el subconsciente, que es donde se asientan las reacciones mecánicas e instintivas del ego.
Y, para lograr esto, no tenemos más remedio que utilizar la única herramienta a nuestro alcance, que es, "La meditación y las plegarias que nos permiten comprender el ego y transformar sus reacciones de odio, venganza y culpabilidad, en racciones de comprensión, perdón, compasión y amor"
Este es el camino de la salvación del mundo, no hay otro, que nadie se lleve a engaños.
No se trata de religión, sino de método para curar el alma humana.
No obstante, tampoco debemos sentirnos culpables si reaccionamos en contra de las provocaciones del ego de una persona, lo normal es reaccionar, ya sea verbalmente, físicamente o mentalmente, o de las tres maneras, pero, si no lo hacemos, es posible que quede alguna emoción de resentimiento, algún pensamiento, alguna mala emoción que nos deja resentidos o de mal humor, descompuestos, o con rabia...y nos llevamos el suceso a regañadientes, a la cama.
Es raro que no reaccionemos ante una provocación, lo expresemos o lo aguentemos. Sea como sea, sufrimos o hacemos sufrir, pagando con la misma moneda, devolviendo el daño causado, multiplicado, a veces, ya sea mental, verbal o físicamente, alterándonos y acumulando tensiones y rabia.
Si alguien desea salvarse del mundo y salvar el mundo, no tiene más remedio que comprenderse a sí mismo y comprender a los demás y sentir perdón y comprensión por todo lo que ve y todo lo que le toca sufrir. "Si alguien abofetea tu mejilla, ponle la otra"...¡Bueno, esto no es fácil, es fácil decirlo, pero hacerlo...es diferente!
Esto lo hizo el Buda, lo hizo Jesucristo...Fueron seres de carne y hueso y ahora, son símbolos de lo que es el trabajo que todo ser de carne y hueso debe llegar a conseguir.
No reaccionar con ira, con enfado, con odio, con aversión, con rabia, no tener resentimientos...es fácil decirlo, pero, sin embargo, son estas cosas las que hacen que en el mundo haya guerras, que en nuestras casas haya discusiones, enfados, conflictos, riñas, peleas...no solo en casa. Vayamos a donde vayamos hay conflictos y peleas en todas partes, en el trabajo, en la calle, en el bar, en el país vecino.
En todas partes hay jueces, verdugos y abogados de pleitos pobres, pero lo peor es, que esos jueces y verdugos están dentro de nuestra propia mente.
¿Qué hacer,si somos verdaderas fieras, lobos disfrazados de mansas ovejas? ¿A donde va ir el mundo, si estamos llenos de odios y brutalidad?
Pues, mejor ni pensarlo, ¿Verdad? Mejor mirar hacia otro lado y creer que este mundo se va a convertir en un paraiso de la noche a la mañana, sin más ¿Verdad? Mejor pensar que solo hay guerras y conflictos en Africa, o en América...y que nosotros no vamos a pasar jamás por ese tipo de experiencias nunca más, ¿Verdad?
Pues, el mundo es un polvorín entero, a punto de estallar y nadie se va escapar de lo que se nos viene encima, salvo que aprendamos a pedonar al mundo, empezando por nosotros mismos y nuestros semejantes más cercanos y hagamos el esfuerzo de extender ese amor y esa comprensión mucho más allá y nos compadezcamos del sufrimiento de aquellos que parecen no tener nada que ver con nosotros, con nuestro entorno, con nuestro mundo más cercano familiar y consideremos al mundo entero, como nuestra propia y única familia.
Bien. Dejemos los sermones y los miedos apocalipticos y centremonos en nosotros, en nuestros conflictos internos, mucho más cercanos y tangibles, pero, que, no son más que un reflejo o un grano de arena más, del mar de conflictos en que vive el mundo.
Cada uno de nosotros es una extensión del mundo y de la sociedad en la que vive, una extensión de la familia, del barrio, de la ciudad, del país...aunque crea vivir indepediente de aquello que ve a su alrededor y todo lo que le sucede a los demás, tarde o temprano nos llega y nos afecta y todo lo que nos sucede a cada uno de nosotros, en ese mundo oculto e invisible en el que creemos vivir, como en una burbuja, tarde o temprano le afecta a los demás. Esto en real, aunque no lo veamos. Creemos vivir separados, como entes separados, y dependemos de todo y formamos parte de todo.
Tenemos que emprender un trabajo de cambio y regeneración fisica y psicológica, espiritual, si queremos llamarle, si queremos apagar la mecha encendida del polvorín del mundo y no hay tiempo o casi no lo hay.
Pero, como dice el proverbio Zen: "Si tú no, ¿quién? Y , si ahora no, ¿Cuando?
Pero, podemos añadir algo más, en el caso de que deseemos hacerlo. ¿Cómo lograrlo?
Trabajando con las tres fuerzas primarias que hay dentro de cada uno de nosotros, con la meditación, las plegarias, los mantras, los ejercicios y técnicas diversas que nos han enseñado los maestros, par elevar nuestro nivel de vibración y transformar esas energías de miedo, odio, culpabildad, resentimientos...en energías de comprensión, serenidad, humildad, paciencia, tolerancia, perdón.
El ser humano es, actualmente, un manojo de energías egocéntricas descontroladas, que emanan del subconsciente, disfrazadas por la represión, la falsa moral y las falsas tradiciones y costumbres de la sociedad...pero así que desaparecen esa represión, esa contención moral, nos mostramos comos somos realmente.
Bueno, vamos a dejarlo. Todo está dicho, no vale la pena serguir hablando. ¡Que cada uno haga lo que se le antoje, que cada uno siembre lo que desea y cada uno recoja lo que le toque!
Buenas noches.
En Panillo, a 27 de septiembre de 2019.
Manuel Vázquez(Seoan Judith Nath)
Últimos comentarios