El sexo y el amor.
El sexo debe utilizarse como un medio de relajación, como una manera de expresión de cariño.
El cariño es algo que nos relaja, como lo hacen las caricias, las buenas palabras, la música relajante, un bálsamo, un masaje. El sexo debe ser utilizado para relajarse y revitalizarse, al igual que un masaje, no para alterarse, excitarse, provocarse, violentarse y desvitalizarse y acabar extenuados y aburridos, sin fuerza ni luz.
No debemos de renunciar al sexo, si realmente lo necesitamos, o si no estamos preparados, tranquilos, serenos en el espíritu, lo suficiente como para no tener problemas con esta energía o fuego del espíritu. La represión del sexo conlleva muchas veces tanto daño como lo hace el abuso.
No es posible renunciar al sexo si no existe una pacificación profunda en nuestro espíritu.
Es posible llevar al espíritu a esa paz profunda, a la dicha, si sabemos utilizar el sexo como un elemento de pacificación y revitalización del corazón y la mente.
El sexo, en realidad, no es algo del todo animal, es algo sagrado también, si lo usamos como un medio de expresión de amor y cariño.
El sexo existe en el mismo átomo, pero ahí, todavía no se ha convertido en lo que nosotros lo hemos convertido. El sexo es, en realidad, una forma de expresión de amor del espíritu. Cuando lo usamos así, las criaturas que surgen de ese tipo de sexo no tienen el karma de renacer con el ego animal.
Si no queremos transmitir el ego animal a nuestros hijos, debemos de utilizar el sexo con sumo cuidado, como quién hace una operación quirúrgica, con mucho tacto, consciencia y delicadeza.
El sexo sirve para convertirnos en lo que ya somos, sirve para degenerarnos y convertirnos en bestias, o puede servir para convertirnos en dioses, o en ángeles.
Es obvio que es mejor convertirse primero en hombres, en seres humanos y con esto, ya nos convertimos en ángeles, dignos de escalar cualquier estadía superior de manifestación.
Nadie puede manifestarse en un plano diferente al de animal o bestia si no se convierte primero en hombre.
Jesús dijo: "He buscado por doquier al hombre y no le hallado"
La única vía para convertirnos en seres humanos es el amor y el perdón, la misericordia.
El sexo bien utilizado, con suma delicadeza, sirve para crear estas cosas, de la misma manera que ha servido para crear el ego animal, el egoísmo.
Es claro que la antítesis del amor es el odio, el temor y la lujuria.
El cariño, la compasión, la ternura, la comprensión, el diálogo, el entendimiento, las buenas maneras y modales... generan el estímulo necesario para que la pareja utilice el sexo de manera correcta.
Con el mismo cariño y ternura que tratamos a un hijo, así debe de tratarse la pareja en el sexo.
¡Déjame mirar tus ojos y luego cerrarlos para besarte con amor y cariño ¡amado mío!
Mirarse a los ojos y enamorarse y decirse: Te amo, te quiero, te adoro, ¿No es bonito esto?
Los ojos son las ventanas del alma de los enamorados y también las ventanas de la pasión y la lujuria, que se desborda y finaliza en deseo brutal.
Es preferible quedarse con esa sensación de amor y conservarla, con caricias y ternura, que perderla en un solo instante de placer.
Si la pareja no conserva sus energías sexuales, el enamoramiento inicial que ha podido haber se pierde en cada orgasmo, y dura mientras halla deseo y potencia sexual en el hombre. Cuando este ya no siente deseo o si ha perdido su potencia sexual, pierde entonces el enamoramiento inicial hacia la mujer, pierde la pasión.
Un hombre sin pasión no se enamora, al igual que le sucede a una mujer.
La pasión es fundamental para el enamoramiento, pero es mucho más condicionante en el hombre. La pasión del hombre es más de tipo sexual y en la mujer, es más de tipo emocional y sentimental, está más localizada en el corazón, no en el cerebro ni en los órganos sexuales, como le sucede al hombre.
Sea como sea, la pasión del hombre está directamente relacionada con su deseo sexual, con su potencia sexual, su naturaleza es así, hay que aceptarlo, no es mejor ni peor, ni bueno ni malo, simplemente es de esta manera.
Si el hombre pierde su deseo, lo cuál sucede gradualmente, poco a poco, cada vez que se desahoga sexualmente y pierde su vitalidad en cada eyaculación, pierde, también, de la misma manera, poco a poco, la pasión y con ella, el enamoramiento y la atracción hacia su pareja.
La mujer, dado que es menos proclive a tener orgasmos y a que sus pérdidas de energía son menores aunque tenga orgasmos, conserva el enamoramiento hacia su pareja durante más tiempo.
Una mujer puede llegar al orgasmo, simplemente si su pareja es capaz de encenderla y excitarla con la palabra, con dulces palabras. El orgasmo de una mujer, se localiza más en su corazón, es más emocional.
Es un error pensar que una mujer tiene que eyacular como un hombre para llegar al orgasmo.
El placer de la mujer tiene otras vías, es necesario comprender esto y no obsesionarse tanto con el coito hecho de manera brusca, con la única finalidad de eyacular, como si de un vídeo pornográfico se tratara.
La eyaculación marca el final del acto sexual, y del amor que se ha generado con las caricias y la ternura. Para el hombre esto es así, y esto también debe saberlo la mujer. es un error pensar, por parte de una mujer, que va a ser más amada y deseada si provoca lujuria y hace eyacular al hombre, es un gran error, una muestra más de la ignorancia que hombres y mujeres tenemos acerca del sexo y de la psicología del sexo opuesto.
Hay mujeres que aún y cuando el marido ya no las desean intensamente como al principio del noviazgo, permanecen enamoradas incluso toda la vida de sus esposos, pero lamentablemente no dejan de sufrir alguna que otra traición de sus esposos infieles, que buscan despertar de nuevo su potencia sexual con otras mujeres, o viendo películas de contenido erótico, o bebiendo o tomando excitantes, cuando no convierten a su esposa enamorada en una concubina de placeres pornográficos.
El coito no es la única manera de sexo en la pareja, el coito es una parte del acto del amor.
No debe de procederse al coito sin antes haberse encendido la pareja en la llama del amor con las caricias y los besos delicados y las palabras suaves y amorosas.
Pero entiéndase que la finalidad del coito no es el orgasmo, pues el orgasmo, no es más que el final del acto del amor, es la muerte de amor, es la destrucción de todo lo que se ha logrado anteriormente.
El deseo brutal destruye, con el orgasmo, el amor, el enamoramiento entre la pareja.
Si queremos estar siempre enamorados e inflamados de amor y cariño con nuestra pareja, debemos de evitar llegar al orgasmo. Esto será posible si sabemos controlar con nuestra respiración, la excitación y hacer pequeñas pausas durante el coito, el cuál, además, será suave, delicado, pausado, tranquilo, como si estuviésemos dando un masaje suave y delicado a nuestra pareja, un masaje relajante, no excitante, un masaje en la parte más sensible y delicada de nuestro cuerpo.
Si aprendemos a manejar la sensibilidad que surge de nuestros miembros y zonas sensibles, el cuerpo se convierte en un templo de amor, en un generador de energías sutiles y poderosas de amor y cariño en la pareja.
Estas energías, correctamente generadas fluyen hacia nuestro corazón y abren el loto del corazón. Abierto este loto, los demás lotos o centros de energías de nuestro cuerpo podrán ser abiertos poco a poco, si la pareja transita un camino de pureza y recogimiento.
Existen siete lotos o centros de energía en nuestro cuerpo, adormecidos actualmente en el ser humano, que tienen encerrados las facultades internas dormidas, que existían en el ser humano, en el hombre y la mujer, antes de la caída por el sexo, que originó la salida del edén.
Estos centros de energía se nutren si la pareja conserva sus energías sexuales y de esta manera podemos recuperar los poderes inherentes de nuestro espíritu.
Para esto se debe de trabajar conjuntamente con la meditación y la oración, las postraciones y la disciplina para comprender al ego y reducirlo definitivamente en nuestra mente, para conseguir la liberación, también definitiva, del Samsara.
Esta es la finalidad del sexo superior, crear seres superiores, no bestias, ni demonios, ni seres decrépitos, enfermos y sin vitalidad.
“Cuando en primavera oyes piar a los pájaros y sientes que son tus hermanos pequeños, entonces, quiere decir que la madre naturaleza te acompaña y te protege, lo mismo que a ellos”.
¡Respeta a todos los seres como si fueran tus hermanos, especialmente a las aves, entonces sus mentes elementales te ayudarán y te protegerán como a un hermano, vallas a donde a vallas!
Así es la mente de la mujer, como un pajarillo que canta en la primavera y alegra tu soledad y tu vida.
¡No la maltrates ni la induzcas ni la corrompas enseñándola a ser lujuriosa y lasciva, porque eso destruye su inocencia, y, la inocencia, es lo más bonito que tiene la mujer, su corazón! Ahí radica la magia que tiene toda mujer, el poder de lo femenino radica ahí.
¡Endiablado es aquel que corrompe a la mujer o a un niño, pues en verdad que no hay diferencia entre la mente de una mujer y la mente de un niño¡
¡Endiablada la mujer que no ama, como un niño, a un hombre, como si este fuera su padre¡
Es necesario en la pareja, tener algo en común, o desarrollar cosas en común, afinidad en los actos, forma de pensar y sentir, para que halla comunión, común - unión, para que halla realmente matrimonio.
La afinidad o simpatía puede ser inicial y espontánea en la pareja o puede desarrollarse en la convivencia, lo mismo que puede anularse totalmente, con discusiones, malos entendidos, falta de diálogo, entendimiento, colaboración, o si la relación solo se fundamenta en el placer sexual.
Dado que el deseo del enamoramiento inicial, debido a la atracción física y aparente de la personalidad es algo que dura poco, si no hay algún tipo de afinidad o algo común, la unión, la común unión entre hombre y mujer no será posible por largo tiempo, o bien, es posible que jamás se halle creado.
Una manera de lograr esa afinidad en cuerpo, palabra y mente, entre hombre y mujer, es, a través del sexo y el cariño, la atención, la delicadeza, la ternura, el diálogo, la cooperación, la colaboración, el entendimiento, la comprensión y el respeto, sobre todo.
Para esto es necesario que cada uno cultive la humildad y la pacificación del cuerpo, la mente y de las emociones.
Con el orgullo no podremos llegar a ninguna parte, ni en el matrimonio ni en ningún otro lado.
Conservar las energías sexuales es algo necesario si queremos lograr la iluminación de nuestra mente o aspirar a ser y vivir felices en pareja.
Como reza el proverbio Zen: ¡Medita y conserva tu semen!
Si usamos el sexo como vía de iluminación, debemos de tener en cuenta que retener las energías sexuales eleva muchísimo la energía de nuestro cuerpo, palabra y mente. Esta elevación de energía puede dar lugar a estados de ira, intolerancia orgullo y lujuria.
Por eso debe hacerse inicialmente por espacios cortos de tiempo y jamás cuando el sol esté alto. Debe hacerse al anochecer o al amanecer y solo una vez al día. Al principio cada dos o tres días para ir acostumbrando nuestro organismo y nuestro cerebro y solo con nuestra pareja, indudablemente.
La infidelidad es sinónimo de traición, y la traición y la infidelidad jamás deben acontecer ni acontece cuando dos seres se aman de verdad. (Juntos hasta la muerte)
Hablaremos más adelante, detalladamente sobre esta practica sexual denominada, “Tantra sexual”, “Sexo yoga”, “Kundalini yoga”, “Sexo Maithuna”, tanto para parejas, como para solteros.
De momento, es todo y no ha sido poco lo que se os ha transmitido. es más, es más que suficiente si sabéis entender.
Podéis levantaros.
No obstante, si deseáis más información acerca del sexo tántrico, aquí tenéis este otro artículo: El tantrismo sexual. El sexo que nos convierte en dioses
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